EL DOMINGO DE LAS MADRES
Jane, es una doncella al servicio de los Niven en su mansión en Inglaterra. Es domingo 24 de marzo de 1924.Es hija, pero no tiene madre a quien visitar, en ese día tan especial, en el que es costumbre que las criadas tengan fiesta para visitar a sus familiares.
Tras recibir una llamada, su domingo de las madres será especial
Tiene la que puede ser la última cita con su amante, Paul el hijo de la mansión vecina, a punto de casarse y que pondrá punto y final a su relación secreta. Lo que ella no sabe es que este momento marcará un antes y un después en su vida.
Ese día, ella va al encuentro de su amante, y tendrán una tarde amorosa, llena de erotismo y cuando él se va, le espera la novia para comer, ella se queda desnuda, se mira al espejo, se regodea en su desnudez, paseando por la mansión, invadiendo cada rincón con la osadía de ser libre y quien sabe quizá soñarse la dueña de la casa, y no una simple doncella en un paraíso prohibido.
“Se deslizó de una pieza a otra. Miró, asimiló; pero también, secretamente, otorgó. Parecía flotar en la conciencia de que, por escandaloso que pudiera ser su paseo por la casa-¡estaba completamente desnuda-!, nadie sabría, nadie adivinaría que había estado en ella. Como si su desnudez no sólo le otorgara la invisibilidad, sino que la eximiera de los hechos.”
Jane es muy curiosa, esta ávida de conocimiento, pide prestados libros a su patrón, que la anima a leer y ella irá aprendiendo palabras nuevas y apuntándolas en su libreta personal, a modo de diccionario particular.
“Las palabras eran como una piel invisible, una piel que envolvía el mundo y le confería realidad. Pero no podías decir que el mundo no fuera real si quitabas las palabras. En el mejor de los casos parecía que las palabras bendecían las palabras que las nombraban.”
Aquí tenemos los primeros pasos para su futuro fuera de la vida a la que estaba destinada.
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