LOS RESTOS DEL DÍA
Novela de uno de los grandes Premios Nobel en el 2017.Esta novela recibió el premio Booker Prize del Reino Unido.
El Sr Stevens,
mayordomo de la mansión Darlington Hall, después de treinta y cinco años al
servicio de Lord Darlington, pasará al servicio de Míster Farraday,
estadounidense, al adquirir éste la mansión, después del fallecimiento del
anterior propietario, como si de un mueble más de la casa se tratará.
Emprenderá un viaje,
animado por su patrón, aunque al principio es reacio a la idea porque él dice
que ya conoce toda Inglaterra sin haber salido nunca de las paredes de la mansión.
Hombre serio, pulcro, educado, sobrio, exigente pero comedido, responsable, que
respeta a los sirvientes a su cargo y se hace valer como persona, todas estas
cualidades son las que definen la dignidad en la meta que persigue: ser un gran
mayordomo.
“Pertenecer a una casa
verdaderamente distinguida es condición necesaria para ser considerado un
«gran» mayordomo, y sin duda alguna sólo es un «gran» mayordomo el que a lo
largo de su carrera ha estado siempre al servicio de grandes caballeros y, a
través de éstos, ha servido a toda la humanidad.”
La primera premisa en sus entrevistas a posibles sirvientas es “nada de visitas
masculinas, ni de amoríos entre sirvientes". Premisa importante, porque si
uno piensa bien, esa situación podría desequilibrar la organización de la mansión.
No tiene vida propia, sólo vive por y para la persona que lo emplea. En esta
andadura, no puede permitirse alejarse ni un ápice de su cometido, ni mostrarse
sentimentalista. Llegará incluso a delegar en Miss Kenton, el ama de llaves, lo
que podría ser el momento más crucial en la vida privada de cualquier ser
humano, la" inoportuna" muerte de su padre. Inoportuna por el momento
en que sucede: el concilio de varios políticos europeos, donde se decidirán
temas relevantes en los albores de la Segunda Guerra Mundial, en donde se
atisba ya el liderazgo nazi. Mientras su padre, mayordomo como él, uno más de
los sirvientes de la mansión, que a pesar de su edad avanzada lo recluta, para
acabar sus días como el querría para sí, sirviendo a un Lord, está agonizando.
“En realidad,
creo que en general he sido muy afortunado, y soy el primero en admitirlo. He
tenido la gran fortuna de tratar no solo a Míster Churchill, sino también a
otros dirigentes y hombres influyentes, americanos y europeos”
La cualidad que
debe prevalecer en un gran mayordomo es la dignidad, pero donde está la
dignidad de una persona cuando te ridiculizan en una reunión, haciéndote opinar
de cosas que desconoces. Tu sólo estás pendiente de que todo esté perfecto y
los invitados estén bien atendidos.
Todo esto lo va rememorando mientras recorre las preciosas campiñas inglesas,
con el fin de visitar a Miss Kenton, que a raíz de las cartas que ha mantenido
a lo largo de los años, parece leer entre líneas que está separada del marido y
que le agradaría volver a la mansión a prestar sus servicios, cosa que al Sr
Stevens le vendría bien para resolver el problema de servidumbre, y poder
planear la nueva organización de la mansión.
Pero a pesar de que se quiere convencer que es un viaje de trabajo, lo cierto
es que es una excusa para intentar aproximarse a la única persona que le ha
importado en la vida, pero que no pudo demostrar sus sentimientos porque estaba
demasiado “ocupado” en ser un gran mayordomo.
Pero el tren de su vida ya pasó y lo perdió, y no hay vuelta atrás.
“Sólo veo el
resto de mis días como un gran vacío que se extiende ante mí.”
“-y convendrán
conmigo en que, sobre todo, a los celtas-… “
“Volviendo a la
metáfora anterior, y me disculparán por expresarme de un modo tan tosco…”
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